aspectos y esencias




No hay más que mirar con atención a tu alrededor para quedarte con todos los detalles, clasificar las apariencias, reparar en lo anecdótico para descubrir más tarde lo esencial. Este desayuno(esos que a veces echo de menos y en los que no faltaban el eterno cigarrillo y el incómodo periódico) dio paso a estas letras que fueron escritas y leídas en la radio cuando terminaba el marzo de 1996...


"Hoy, a primera hora de la mañana y de forma parsimoniosa como cada día, me dispuse a desayunar. Desde que nos encontramos en estas nuevas instalaciones, lo hago en un pequeño bar muy cerca de nosotros, sólo girando la esquina. Mi deseo era enfrascarme en la lectura del periódico pero estaba en poder de otro cliente más habitual que yo y tuve que conformarme con mirar un poco al vacío y de soslayo al resto de personas que compartían conmigo la barra.

 Mientras esperaba que el camarero y con la lentitud propia de quien lleva muchos años en la brecha me preparara mi medio bocadillo con su correspondiente cortadito, no pude evitar escuchar la conversación que sostenían dos hombres sentados, obviamente, muy cerca de mí. Por su aspecto, eran obreros de la construcción. No había que ser muy perpicaz para averiguarlo: Sostenían el casco con la mano, vestían un mono sucio y sus zapatos mostraban el polvo envejecido del cemento. Sus cabellos eran largos y estaban desaliñados. Pidieron una tapa de queso y unas cervezas. Hablaban en voz alta de un tema que parecía preocuparles y con el que uno y otro disentían : El fútbol.

 Sus palabras eran apasionadas y sentaban cátedra con sus ideas sobre quien ganará la Liga y con qué jugadores deberá contar el entrenador. Uno de ellos, casi a voz en grito, sentenció: "En esto del fútbol algo tiene que cambiar porque si no, aparecerá la dictadura de los árbitros" Toma ya. Por supuesto, en ningún momento hablaron de política, estaba claro que la única dictadura que les preocupaba era la que se imponía en los terrenos de juego. Llegó el momento de marcharse. Le preguntaron al dueño ¿Que le debo?, sacaron un billete de 2.000 pesetas y cuando ya se levantaban cogieron un palillo que fue directo a su hábitat natural, es decir, entre los dientes.

 Tres o cuatro sitios más allá se encontraban otros dos hombres aproximadamente de la misma edad pero en este caso no había visto en mi vida mejor combinación en las prendas de vestir. Ellos tenían aspecto de jóvenes ejecutivos, lucían relojes de importantes marcas, sus zapatos estaban lustrosos y las manos parecían recién sacadas de una sesión de manicura. El pelo lucía perfectamente cortado y sólo pidieron agua sin gas y un vaso de leche descremada. El más escrupuloso, ipso facto, limpió la cucharilla que le habían dado antes de revolver.

 En este caso me era mucho más difícil oír lo que decían porque hablaban sólo para ellos y entre ellos.Seguro que comentaban el temporal de viento del pasado fin de semana que los hizo olvidarse de navegar con el yate mientras adelantaban sus planes para la Semana Santa, tampoco escuché nada que tuviera que ver con la política, lo importante era la situación meteorológica. Dijeron ¿Me da la cuenta, por favor? Sacaron un billete de 5.000 y se fueron en silencio mientras se colocaban sus rutilantes gafas de sol.

 Imagino que después cada cual de vuelta al trabajo, como yo, que me gocé un desayuno jugando al pin- pon, poniendo la vida delante de mis ojos los contrapuntos que la conforman. Parece mentira que nacieran de la misma manera. A pesar de todo, los avatares les condujeron a la misma esquina..."

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