Crónica de un encuentro anunciado
Tengo muy gratos recuerdos de este acto al que asistí hace ya unos meses en la nueva sede de la Fundación César Manrique en Arrecife. Se me ocurrió redactar lo que me inspiraba guiada por mi profunda admiración al maestro Saramago, despues de conocer la hermosa historia, literaria y cruel, que unió en la isla a los dos personajes. Uno, autor de novelas, otro, víctima durante años del secuestro por parte de la guerrilla colombiana “Toda mi existencia de hombre y de escritor queda justificada por ese momento. Gracias, Sigifredo” Sigifredo lo miraba con arrobo, intensamente: “Gracias a usted, maestro, por su ejemplo de vida, reflejado en su obra”. A José Saramago le costaba hablar, en parte por su bronquitis, sobre todo por su emoción no contenida. El verdadero encuentro tuvo que producirse unas horas antes, quizás unos días antes. Sin micrófonos, sin cámaras, en el calor de su casa de Tías. Me imagino las lágrimas, los abrazos, las manos… Miles de kilómetros, conquistador y conquistado,