TEGUISE, MON AMOUR

 Parece mentira, pero vuelvo a tí.... Tenía una deuda pendiente con el pueblo que me acogió y me hizo disfrutar haciendo radio de la de verdad. Pude conocerlo, sentirlo, y sin duda dejó en mí una huella imborrable...




Fueron tres años mágicos en los que la sangre de la saga familiar latió fuerte en mis venas. Qué suerte de profesión la mía que me permitió contar una de piratas, de señores y vasallos, de penurias y de sortilegios, de catástrofes naturales y de supervivencia, de metamorfosis y de sueños creativos y, en fin, una historia de amor entre lo que representan las tradiciones y entre las gentes que se afanan cada día para sentir intacto el orgullo de su pueblo. 

Cuentos de princesas unidas a sus conquistadores, de ríos de sangre inocente corriendo por el Callejón, de los diablos que aterrorizaban cuando llegaba el Corpus...

Cuentos de camellos y de sed crónica, cuentos de la tierra y el mar, la sal y el sancocho, cuentos de timples, parrandas, bailes, teatro... Cuentos de amor y muerte...

Con la pujanza pesquera, la dejaron sola en el centro de la isla, guardando las sombras de los pasos que, inexorablemente, recorrieron todos los caminos que conducían a La Villa. 

Ella, la señorial, vigilada por su castillo, la Gran Aldea y su mareta, la de los conventos y los palacios... Orgullo de capital, de epicentro de todas las decisiones, de las grandes celebraciones, de todos los entierros...

Cada mañana, el sonido de sus campanas iban acompasando mis palabras como si anunciaran su deseo inequívoco de recordarles a todos donde late el corazón de la isla, avejentado, adormecido...

Fueron tocándole muchas manos, regidores competentes e incompetentes, sufrió asedios, incendios, abandono, pero, si te fijas bien, si sientes su esencia, sus raíces son tan profundas que guardan la savia de sus habitantes... Mi Villa preciosa, tan calmada, tan regia, tan blanca, tan orgullosa...

Y un día me fui sin esperarlo, volví al Puerto y a casa... Allí dejé el eco de las voces que me enseñaron a amarla y ahí está, impertérrita, viendo pasar el tiempo...

Nuria Magrans, 25 Febrero 2021

 

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