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Mostrando entradas de 2013

dulce pájaro de juventud

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Me encanta el otoño. Llega junto con esta nueva entrega basada en la experiencia personal de las personas que me lo contaron. Yo lo vi así, dejándome guiar de nuevo por el deseo de dar sentido a nuestra existencia. Los años te machacan el cuerpo pero la edad solo está en nuestro corazón... Han hecho visible lo invisible. La vida late en toda su plenitud más allá de los 60. Sus imágenes no aparecen en los anuncios publicitarios al menos así, con  sus verdaderas arrugas, con sus kilos ganados a base de cocido, con sus varices, con sus dientes viejos... Pero existen, vaya que si existen. Ríen, mucho, a pesar de todo. Algunos se han convertido en la envidia del país. Han conseguido jubilarse tras más de 40 años en Puerta de Hierro, o después de 40 años como secretaria de dirección de una multinacional. o como empleado de banca ocupando durante 40 años todos los puestos de la entidad que no rozara la toma de decisiones . Les llegó la paga y la disfrutan, vaya si la d

yo confieso

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De vuelta con la primavera. Será que tantas noticias sobre el nuevo papa Francisco me ha puesto un poco mística y me reclino ante todos para divagar entre las letras... Estoy en la hora en la que el jazz me envuelve, acogedor, entre sus notas. La música logra poner a mi alma en zapatillas de punta y recorro las emociones más profundas, el mundo se detiene... y pienso. Yo confieso mi hartazgo. Hartazgo de no poner en mi vida toda la primavera que se estrena desafiante, y con ella las ganas de renacer. Hartazgo de mi presbicia y de mi desidia, de no poder ver con claridad el enfoque de mi futuro inmediato. Yo confieso mi decepción. Decepción con mayúsculas. No he sabido afrontar la crisis con ideas innovadoras para ganar dinero disfrutando como lo hacía mientras me pagaban, precisamente, por generar ideas. Decepción del sistema que desperdicia mi experiencia y que me retira anticipadamente, sin darme tiempo a imaginar mi vida sin contribución social. Y confieso mi renc

rosa rosae: mi primera declinación

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Las alcantarillas de los sentimientos...  En ellas se mezclan todos los desechos, todo lo secreto, la destilación misma de nuestra esencia. En ese submundo estoy, buscando respuestas. Parece mentira, mi madre ya no está y ahora me espera y me vigila a través del visillo de mis propios recuerdos... Me sabe mal que no me viera cumplir los 50 años, que no me viera reincorporarme a mi oficio de la comunicación y que heredé con tanta constancia, que no viera a mis hijos en la universidad y que no viera mis bodas de plata. Eso, a ella, no le importaba.  Siempre deseaba verme guapa, pintada, sonriendo . Me sabia querida, y eso le bastaba. Mi madre olvidó con su Alzheimer las devastadoras consecuencias de la crisis actual, aunque siempre estuvo ajena, conscientemente,  a las circunstancias políticas y económicas que le tocó en suerte a lo largo de sus muchos años. Rió y se deprimió a partes iguales durante la dictadura y también en la democracia, en ella prevalecían los sentimientos