Otra forma de vivir

Fue una mañana muy agradable. La revista Mass Cutura decidió dedicar un segundo ejemplar a la cutura del vino y no pude resistirme. Su directora, Mariajo, me invitó  a una cata de vinos y licores artesanales, que acompañaron con mermeladas y cerveza negra conejera. Visitamos alguna bodega y pudimos constatar que el amor a la tierra y a nuestras costumbres puede con todo, incluso con la desidia...


"Berto tiene una mirada profunda, yo diría que socarrona, como de verlas venir. Su amor a la tierra y a nuestras costumbres es innegable, “mamada” de sus ancestros. Él, Humberto Pérez, hombretón del Norte y ella, Eduvigis Batista, canariona emocionada y acogedora, me muestran con orgullo su botella fresquita, que contiene el néctar elaborado en sus arenados de la Vega de Tahíche. Han pasado años intentándolo, hasta que dieron con la clave: Romper el punto empalagoso del Moscatel con el toque de acidez que le aporta la mezcla con Diego. El resultado ha sido un excelente vino dulce de 17 grados que ha conseguido el primer premio en el concurso anual de vinos artesanales que organiza el cabildo insular. Así lo atestiguan los catadores oficiales, aunque ésto ya lo sabían los innumerables amigos de todas las islas con quien comparten su vocación cada año. Y digo vocación porque no han vendido nunca una botella, a pesar que también tiene producción en Máguez con las variedades Listán, Diego y Malvasía. Ellos han tratado de estar siempre en contacto con la vida misma siendo docentes durante más de 30 años, cuidando las conciencias de la savia nueva, tienen dos hijos veterinarios y son miembros de la asociación de amigos del vino y del queso de Lanzarote. Y no son los únicos, ni mucho menos. Desde hace 13 años, el último sábado de Enero, se reúnen 25 cosecheros y demás gente del sector con sus vinos bajo el brazo. Con el tiempo, su elaboración ha mejorado notablemente y salen cosas “curiositas”. Se han evitado humedades, se ha corregido la acidez, se cuida y se limpia mejor la viña, todo gracias al intercambio de información y de experiencias. Su pequeña bodega artesanal no recibe ninguna subvención, ni falta que les hace. Invierten en ella más dinero del que deberían, pero, como dice el anuncio, es el propio campo quien cuida de ellos. Tras tener en Telde (Gran Canaria) recuerdos imborrables, llevaron el nombre del barrio en el que vivían, Tecén, a la etiqueta de sus botellas. Y viajan por el Archipiélago y más allá, probando en cada sitio vino de la localidad. Les cuesta entender, como en esta isla, eminentemente turística, los restauradores todavía no ofrecen orgullosos el líquido conejero. Cualquier institución pública no tendría presupuesto para financiar la pasión con la que promocionan lo nuestro, lo que nos da identidad. Recuerdan con emoción al grupo de jubilados franceses que recorrían el mundo en bici y a quienes agasajaron en sus propias casas con una espléndida demostración de lo que da la tierra. El agradecimiento, eterno, y lo dicho, la promoción, impagable. Sí, tienen bastante culpa de mantener la idiosincrasia del lanzaroteño, que se le va a hacer. Me dicen que el vino y la comida van siempre de la mano y les propongo un juego: Elegir el maridaje perfecto. Edu y Berto se miran a los ojos y sonríen, cómplices. A los pocos segundos lo tienen claro. Vino blanco nacido de la variedad Diego enamorando a una merluza de La Graciosa , hecha a la espalda. Ellos son sólo un ejemplo de los hombres y mujeres que aún quieren aliarse con la naturaleza. Forman parte de un estilo de vida que no queremos ni debemos olvidar."

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