La fórmula mágica: la frecuencia modulada

Los ochenta y los medios de comunicación: la radio


Tendemos a considerar los años de nuestra juventud como los mejores, pero es cierto que la década de los ochenta fue caldo de cultivo para mostrar toda nuestra creatividad. Fue precisamente en esa época cuando tuve el privilegio de ser testigo en primera línea del nacimiento de la frecuencia modulada y de como cambió el concepto de la radio que se hacia hasta entonces y que había aprendido de mis padres. Me resultó grato rememorar aquellos días de puro descubrimiento...



"Hace 20 años que tenía 20 años, y esa era ya una razón suficiente para tener ganas de experimentar. Aunque como los que a mí nos educaron durante nuestros primeros años bajo la imposición resignada del franquismo, todo se fue sucediendo para que descubriéramos la libertad que trajo la democracia, y quisimos ser distintos a nuestros padres.

 Jugaba a nuestro favor, en primer lugar, la edad y desde luego, la tolerancia de toda la sociedad que tras 40 años estaba preparada para aceptar los múltiples cambios que se produjeron en España ( y como no, en Canarias )en aquella década. La calle por primera vez fue nuestra, y los últimos reductos del miedo se diluyeron al fracasar el intento de golpe en el 81. Comienza entonces una nueva forma de relacionarnos, y en este sentido va cobrando una fuerza inusual el poder de los medios de comunicación

. Aun quedaban algunos años para la irrupción de las televisiones privadas, pero la nuestra, la Primera, dio un giro en su programación y nos mostró espacios diferentes en donde escuchar música distinta, y vimos a los presentadores del telediario más jóvenes y modernos, y aparecieron los magazines por la mañana. 

También fue la época en la que se cumplió el sueño de volver a Europa, que nos acogió mostrándonos todas las posibilidades de un sociedad desarrollada y compartir así, el talento creativo de nuestra gente, ahora claramente reactivado por todas las influencias artísticas que conocíamos precisamente gracias a los medios de comunicación y a la libertad de movernos por el mundo , ya como ciudadanos de primera.

La década nace con un cambio sustancial también para la radio, hasta entonces encorsetada en la Onda Media, pero con un gran número de seguidores y jugando un papel fundamental en la sociedad de las islas con sus locutores estrella y los discos dedicados.

Y como el resto de las manifestaciones públicas y artísticas, fue copiando lo que los ciudadanos demandaban e incorporando a nuevas generaciones que aprendieron de la radio clásica, pero que desde entonces emplearon un lenguaje mucho más abierto y plural, ayudados por la tecnología que iba intuyendo las nuevas posibilidades que ha hecho de este medio de comunicación uno de los más ágiles y sobre todo cercano al corazón y a las inquietudes de las personas

. En 1982 vivo en primera persona el nacimiento de la Frecuencia Modulada en Canarias. Se crean nuevas emisoras que emitían por primera vez en estéreo, tenían menos alcance pero una indudable mayor calidad sonora. Fue precisamente esa calidad la que propició el comienzo de las emisoras musicales o radio-fórmulas, que a su vez, dieron un impulso decisivo a la nueva música que se hacía en España, así como a la posibilidad de abrirnos junto con las compañías discográficas al mercado internacional.

Pero quizás lo más importante radicó en su carácter autonómico y local. ¡Por fin se hablaba con el mismo acento que el de la gente de tu tierra! Dejaron los “importantes” temas nacionales para las grandes cadenas y comenzaron a ser protagonistas los “importantes” vecinos de nuestro barrio, con sus alegrías y con sus penas.

 ¡Fue una experiencia fascinante poder inventar programas y formas de hacer radio cada día! Desaparecieron los guiones y empezamos a saltarnos todas las reglas. Los oyentes, con su presencia y a través del teléfono, fueron nuestros cómplices en aquella transformación. Descubrimos la magia de la noche radiofónica, sacamos a la calle las unidades móviles, que sin duda dieron mucho realce a los acontecimientos cercanos de cada localidad, los políticos fueron asiduos a nuestros estudios (manejando ya el poder de la comunicación), aparecieron las tertulias de todo tipo, y hasta nos atrevimos con radionovelas, pero hora reconvertidas en sátiras burlescas sobre la nueva sociedad de “gente guapa”.




Teníamos discos de vinilo (nos encantaban los maxi-singles) y los Revox no paraban de reproducir y rebobinar. Disponíamos de una discoteca en donde teníamos ordenada por géneros toda la música de la que disponíamos, que era mucha (desde los efectos especiales hasta la colección de la orquesta de Paul Mauriat para los fondos de las cuñas). En los estudios de grabación siempre había ajetreo y desfilaron durante aquellos años multitud de artistas que recalaban por aquí también a promocionar.

 Recuerdo a Javier Gurruchaga, que me pareció tan formal, o la vocalista de un grupo de moda “Olé, Olé” a la que le di un aire asombroso a una tal Olvido(ya ven, Alaska y yo, como dos gotas de agua). Tengo grabado en mi memoria el abrigo de piel que envolvía a Sarita Montiel, que con su aire de diva intentaba sobrevivir en los ochenta compitiendo con Radio Futura o Mecano. Pero nuestros micrófonos se compartían también con emergentes figuras locales, con las que crecimos juntos. Nos reíamos , y mucho, con Manolo Vieira o con Piedra Pómez, sin olvidarnos de la dulzura de Mary Sánchez o de las ocurrencias geniales del profesor Reina. Manolo González nos visitaba con un nuevo proyecto, Mestisay, y la música folclórica, influenciada ya por los aires de la modernidad, nos afirmó la identidad y comienza a recuperarse con orgullo.

 Desde entonces han pasado 25 años, y lejos de apagarse, la radio convive con otros medios en igualdad de condiciones. La informática e Internet son nuestros aliados y llegamos como nadie al interior del ser humano, entrando con nuestras palabras en el complicado mundo de  de sus reflexiones.

 Nos espera a partir de ahora una nueva era: la radio digital y sus disputadas concesiones pero, sobre todo, la dignificación de un sector muchas veces minusvalorado pero indudable cantera de excelentes profesionales. 

Tiene razón Jana, nuestra directora, en su editorial del número anterior en que hay que desterrar la frase de cualquier tiempo pasado fue mejor. Hay que animar a los jóvenes de ahora, sin duda mejor preparados, a seguir utilizando la herramienta de la comunicación como fin del entendimiento entre todos, acercando la realidad porque, conocerla, nos ayuda a mejorarla.

 Para nosotros fue muy estimulante ese espíritu que imperó en los ochenta de querer cambiar las cosas establecidas y recordar aquella época , seguro que servirá de impulso a los que ahora sí tienen 20 años…"






Nuria Magrans para Mass Cultura Febrero 2008

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