Todos los desiertos tiene su oasis

Disfruté mucho haciendo este pequeño artículo. Acaba de salir publicado en el último número de Mass Cultura. La conversación con Perdomo fue muy aleccionadora ¡Cuanta gente válida hay en esta tierra! Echo de menos un poco de radio para conversar...


“Huertos urbanos y flores, flores, entonces. Genial!
En La Vega, aquí al ladico de la oficina, hay dos calles de viviendas sociales con unos jardinitos preciosos. Unas buganvillas a reventar de bonitas. Luego, están los parques míticos de Arrecife y fijarse en los árboles que hay en las calles... y en los que no hay y podría haber.”


Así comenzó el encargo. ¿Huertos y flores en Arrecife? Cuando nació la ciudad lo hizo con vocación marinera y sin prácticamente nada de agua dulce. Allí vivían desde siempre las plantitas nuestras adaptadas a las condiciones del litoral, hasta que el desarrollo y la bonanza las fueron sepultando, desterrando y arrinconando para convertir a la capital en una copia aburrida que repite los adornos florales de muchas otras ciudades mediocres de España.



 Porque lleva muchos años estudiándolas y sabe de lo que habla, Alejandro Perdomo, el maestro natural de Mala (palabra bereber que significa sombra, ya que al parecer, eso fue lo que se vislumbró desde el mar al avistar su barranco), me dio toda una lección de amor por lo nuestro.

 Un nuevo ejemplo de ciudadano dispuesto a colaborar, a pesar de las instituciones públicas. En esa lucha se ha dejado tiempo, conocimientos, entusiasmos y mucho sentido común, como el que se olvidaron de aplicar en la obra que acaban de emprender en la carretera de Tahíche. Sabemos que trasplantarán sus palmeras pero ¿Y que pasa con los tajinastes, plantas endémicas de Lanzarote que adornaban la orilla de la vía y que obviamente nos hacía únicos ante las cámaras de los turistas?

 Don Alejandro desde su trabajo como docente apostó muy activamente por el desarrollo en los centros de los huertos escolares, desde que hace unos años el maestro palmero Esquivel plantó algo más que una semilla. La idea, que sigue vigente aunque con esfuerzo, es que nuestros niños y jóvenes mantengan el contacto con la tierra, con la forma de cultivar y con los endemismos, en realidad, flora que se siente como en casa acostumbrada a apañárselas con lo que le ofrece la naturaleza, sin contar lo barato que nos resulta.

 Campea a su anchas el desinterés. Han sido precisamente extranjeros los que, fascinados por nuestra diversidad, se han acercado hasta las islas a patear, escudriñar y catalogar todo lo que huela a vegetal. Una paradoja más y van… de la política isleña

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Arrecife era, lógicamente, un territorio sin árboles. Estaba presidida por una araucaria en La Vega (debe su nombre a la existencia allí de zonas de cultivos: se plantaban cebollas, trigo, cebada, dependiendo de la calidad del terreno) y alguna palmera suelta y larga que crecía en los patios interiores chupando agua de los aljibes. Y pare de contar. Cuando le pregunté a Perdomo por las plantas y flores que tenían los arrecifeños en sus casas me recordó, harto de que se nos olvide, la escasez y el racionamiento (año 57: 5 litros diarios por familia) ¿Quién se permitía el lujo de regar alguna maceta? Quizás sobraría un buchito del agua de lavar los cacharros. La vida tiene tanta fuerza…

 Pocas ventanas sin oportunidad para un alféizar y azoteas destinadas a la acogida de las escasas pero benditas lluvias. La necesidad se imponía. Hubo un tiempo en el que se plantaba barrilla en su rivera, y es muy curiosa la historia de un arbusto, el argán, que incluso le dio nombre a uno de nuestros barrios más populares. El argán nace en el África más cercana a Lanzarote. Produce un magnífico aceite y a comienzos del siglo XX fue aconsejada su plantación en la isla para mitigar la eterna crisis. Ya crecían cerca de Montaña Mina y los carpinteros de rivera utilizaban su madera para pequeños trabajos más delicados. Las semillas había que ir a buscarlas hasta Marruecos. Después, su cultivo se fue descuidando y ahora hay algunos ejemplares que habitan en el centro de día de Zonzamas a la espera de que algún colegio quiera acogerlos.

 Quizás la vegetación más abundante siempre fue la que no se ve pero dicen los antiguos que alimentaba a meros cogidos en el puente de Las Bolas. Esa increíble flora bajo el mar también fue enterrada con las escamas de las conserveras, entre otros desechos.

 Don Alejandro, con esa visión de aprovechamiento heredada de sus antepasados, propone hacer perlas con ellas. Gran parte de la flora autóctona de Arrecife se conserva ahora en la isla de Lobos o en zonas como la de Órzola, lugares que recrean el hábitat que desapareció enterrado por las ansias de crecer a toda costa. Pero aun estamos a tiempo. Hay agua y personas dispuestas a plantar gratis. 

De momento, tenemos una muy digna Vía Medular, diseñada con buen criterio. Allí residen los laureles de indias, iguales que los de la plaza de Haría, y que progresan bien con poco riego. Y si nos vamos hasta el Charco de San Ginés, al ladito de uno de sus puentes, se enreda el Corregüelón de Famara, llamada también Convolvulus López Socacias, bautizada así en honor a un antiguo alcalde norteño, D. Mariano López, por tener en su bacinilla una vieja planta desconocida que le habían traído las mujeres de Famara. Esta planta se puede reproducir todo lo que se quiera y sólo vive aquí de entre todos los sitios del planeta. A lo mejor habría personas encantadas de conocer nuestras diferencias y nosotros orgullosos de mostrarlas en algún rinconcito a la orilla del mar.

De momento, como en todo desierto, surgen los oasis. Cada barrio de la ciudad ha dado a luz pequeños solares cultivados por hombres con años y con añoranza, no se si también algún joven, que nos despierta la ilusión por una urbe que se decora con las cosas más simples. La convulsión del mercado laboral al menos nos regala tiempo y necesidad de abaratar la cesta de la compra y hay tanto terrenito olvidado por el Plan General, que pide a gritos unas semillas y un chorrito de manguera. Y si al lado, entre tanto coche, se puede jugar una partida de bolas, con sombrita, mucho mejor…"

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