La memoria vallada
Le toca el turno de nuevo a este pedacito de mar y tierra que tanto amo. El cerramiento de Puerto Naos nos llamó la atención, así que decidí recordar a todos la importancia histórica y sentimental de este enclave que me toca tan cerca... Segunda entrega para www.lanzaroteahora.es
"¡Ay,
que penita! Ahora tengo que alongar la
cabeza para intuir la hermosura natural que hay detrás de los nuevos
muros, modernos, eso si, pero grises, fríos, altos, demasiado
altos...
Puede ser que algunos olviden, puede ser que muchos no
sepan, pero Puerto Naos fue, ha sido, el motivo fundamental de
nuestra capitalidad. Allí, al socaire de una rivera que acogió a la
mayor flota pesquera de Canarias, se instalaron cientos de familias
que echaron raíces de agua salobre.
Arrecife,
joven, bulliciosa, alegre y desarreglada olía a sal y a conservas de
pescado. Barrios enteros vivían de la mar cercana, de sus capturas,
de sus fábricas, del intercambio de mercancías. Las gentes de los
campos llenaban los puestos de la recova
y tanta pujanza arrebató a la señorial villa el título que ostentó
durante algunos siglos.
Así que en Puerto Naos, junto con el gran Charco que
creó parroquia en honor a San Ginés, está grabada, a fuerza de
salitre, la historia reciente de la ciudad.
Pero llegó el agua desalada, el turismo en masa y la
balanza económica se decantó hacia los empresarios del sector. El
resto de la crónica ya lo saben: se desmantela la industria pesquera
y el puerto se queda más solo que la una, casi abandonado a su
suerte. Y digo casi, porque siguió siendo usado por algunos
supervivientes y por muchos nostálgicos.
Abierto
a todos, y también a los jóvenes que querían desplayarse,
la explanada y sus aledaños se convirtió en escenario siniestro de
varios accidentes. Fué entonces cuando pusimos el grito en el cielo
y acusamos a las autoridades de desidia en la zona. Como es habitual,
las instituciones se pasaron la pelota hasta descubrir que era la
Autoridad Portuaria, con sede lejana en Las Palmas de Gran Canaria,
quien tenía la papa caliente.
Decidió ponerse lentamente en marcha e ir acotando lo que era suyo,
ellos lo llaman de su competencia.
Al parecer, nuestros gobernantes locales no intervienen
en el asunto, y si lo hacen, será olvidando el importantísimo valor
histórico, etnográfico y sentimental de esta cuna arrecifeña.
Nos
gustó ver cómo se construía un paseo con vistas espléndidas (Eso
si, de día, la noche se pone peligrosa sin iluminación) y que es
usado por muchas personas y turistas cada día. Me parecía un
privilegio descubrir, sin más esfuerzo que moverme por allí, todos
los contornos de las barquillas y ver con alegría la llegada y
descarga de unos poquísimos atuneros.¡Cuantos jubilados he visto
andar por sus orillas con un punto de añoranza en los ojos! Sus
baritos se mantienen genuinamente en pie, dando la posibilidad, cada
vez más escasa, de aparcar en la puerta.
Al otro lado, se desmoronan, sin remisión, las otrora
importantes salinas pero ese, imagino, será otro juego de pelota.
Arreglan
Naos, pero cierran Naos. Y sanseacabó.
Toca mirar por las rendijas lo que antes fue tan nuestro...
¡Ay, que penita! Tan vallado, tan vacío. Una vez más,
nuestra historia entre rejas."
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