diario de una decepcion (II) La mayoría en manos de la minoría

Se acabaron las elecciones municipales y autonómicas y así se me quedó el cuerpo. Esta fue la segunda entrega que se publicó en Lanzarotelandia.com. Un placer volver a compartir con otros compañeros...


"Esa es precisamente la esencia de la democracia: Decide la mayoría, pero ¿La mayoría de qué? Para elegir a nuestros representantes se contabilizan los votos válidos emitidos. Si un ciudadano mayor de edad y correctamente registrado quiere mostrar su disconformidad con las listas cerradas o con las eternas promesas incumplidas o por incumplir, tiene la opción de votar en blanco o convertir su papeleta en nula. Todo el que se acerque hasta su colegio electoral, carnet en mano, envía un mensaje muy claro: Cree en el poder del voto.

Hay muchos, muchísimos, casi la mitad, en algunos casos más de la mitad, que no siguen el paripé de la elecciones. Pasan o se hartan. Unos y otros nos hemos convertido en mayoría abrumadora. ¿Donde queda todo ese caudal en el ranking de los ganadores? Sólo un puñado de votos habilita a personas de dudosa valía y formación (mientras no demuestren lo contrario) a manejar asuntos tan delicados como el uso y gestión del territorio, la contratación de empleados públicos o las posibilidades de educación de nuestros hijos. Y no cobran mal, no. Algunos pueden compatibilizar el cargo público con el negocio privado. Debaten sólo con el adversario, de igual a igual, por no perder su cuota de poder porque si escucharan y empatizaran con el descontento habrían de pasarse al otro lado. Porque la sociedad en la que vivo tiene carencias, como reflejo de un sistema imperfecto que nos pone en manos de los especuladores, siendo éstos desde siempre los dueños del mundo.

 Mientras, la minoría de vencedores negocia para la gobernabilidad con otros representantes electos aun más minoritarios y pondrán sus condiciones todo, dicen para el bien común. Así volveremos a empezar, con el espíritu del 15-M planeando con desigual fuerza sobre sus conciencias. Mientras se alegran los que ganan y se lamentan los que pierden, hay una mayoría de indignados que exigen una democracia real, justa y representativa. ¿Tendrán en cuenta las verdaderas necesidades de sus convecinos sin doblegarse a los designios del gran partido que todo lo fagocita? ¿Para que intereses trabajan?

 Lanzarote, tan vapuleada, tan esquilmada, pide a gritos, algunos silenciosos, su regeneración total. Tiene que dejar de ser un cortijo privado para que sus beneficios nos repercutan a todos. Sabemos de su potencial como hábitat sostenible, sabemos de su deuda histórica con el sector primario, sabemos de la fascinación que ejerce sobre quienes nos visitan. La golosina del dinero corrompió a políticos de todos los signos, a funcionarios agradecidos, a la imparcialidad de los medios de comunicación y a todos nos adormeció hasta que las detenciones en cadena y los titulares en periódicos nacionales nos abofeteó poniendo las cosas en su sitio, es decir, evidenciando el complot que se traían amparados por sus victorias en las urnas. De nuevo la minoría controla a la mayoría

. El desencanto, que no tiene rostro, se transforma activo en cada uno de nuestros nombres y vidas cotidianas. Tenemos la fuerza pero hay que canalizarla, por ejemplo, a través de la brecha que abre la Red para que podamos ser librepensadores. Esta vez no se lo vamos a poner tan fácil. No hay más que ver como sonríen en plena campaña para darse cuenta de cuanto nos necesitan. Durante la próxima legislatura y garantizado el cargo, tenderán a ignorarnos mientras discuten quién llevará los Centros Turísticos, cómo resolverán la pifia de Inalsa, quién controlará el Plan General de Arrecife o a que resignado compañero eligen para que diga ante la cámara o un micrófono que no hay dinero para servicios sociales ni becas para los jóvenes estudiantes.

 Los enemigos irreconciliables y de ideas encontradas pactarán y aquí paz y el el cielo, Gloria. De momento, son como fieras a la hora de defender lo suyo, nunca lo nuestro. Vayan con cuidado. En una sociedad en crisis, la necesidad agudiza el ingenio y somos muchos, la mayoría, los necesitados de otra forma de hacer política.".



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